Cuando te conocí, me sentía perdido en un mar lleno de especies marinas que lograban dispersar mi mirada de lo que en el universo me esperaba, sin duda alguna mis ojos contigo no se encontraban.

Era un mar inquieto por respuestas, con grandes olas de ansiedades y lleno de corrientes cargadas de humillaciones. Era ese hostil territorio al que de frente te encontrabas.

Fue tu estruendosa luz que cual faro guía barcos a distancia, me llevó hasta la costa donde te encontrabas. Con tu luz, el mar se tranquilizó, las dudas y el temor una a una se esfumaron, de las humillaciones solo cicatrices en lo profundo del mar quedaron.

Cuando te conocí, supe que este mar nunca volvería a ser como antes, pues eras tú quien venía con su hermosa y perfecta sonrisa, poniendo en calma todo lo que pisaba.